------APENAS NADA----------
por Mián Ros
por Mián Ros
Ahora que Bienvenido no está aquí, le comprendo. Él me decía que siempre estaría aquí, y no sólo le comprendo, sino también le siento. No eran sólo palabras, y lo sé.
“Siempre estuve aquí ─decía─, siempre que esta condición que se alza con el nombre de idiotez no quiera abandonarme. Soltar el lastre y marchar, dejarme ir, ir más allá en el camino de aprender. Aprender de otros, aquellos que he considerado análogos a mí: argumentos preocupados y veletas de carne temporal como en el que yo mismo me escondo.
“Siempre estuve aquí, bajo este incómodo andar y aún más inseguro parecer, y aunque quisiera no puedo renunciar a él, a este molde que me fue regalado, no sin antes volcar todo mi esfuerzo en aprender. Aprender de todo y todos, tanto o más que ellos, o la par, salpicado por la coherencia que me reflejan al pasar, pero con la ansiedad prendida de la eficacia, antes que esta cincelada intención que soy, o que alguna vez creyera que fui, sea irrecuperable y se vuelva un tanto o incluso más que torpe, inútil.”
“Siempre estuve aquí. Y cuando articulo y brota de mi ser este aquí, se tañe embravecido y aniquila la prudencia; aún firme, aún fiel, pero sólo y mientras la fuerza de mi aquí no sucumba hacia otro lado. En tal caso estaría lejos, tal vez allá, o allí.”
“Y quién puede alcanzar un allí, sin estar aquí primero.”
“Siempre estuve aquí ─nunca se cansó de decirlo─. A ratos loco, a ratos cuerdo, pero siempre inflando y desinflando esta muestra de piel que a veces me incomoda, y que unida a la vergüenza y con razón, se manifiesta en mí, y hasta se vence en duelo de ambición sin querer, o con gasas cegadoras de “un queriendo”, pocas y aun más pocas son las veces que me traiciona. Aquí. Siempre estuve aquí, y nunca dejé que las horas me negaran lo que yo, y al igual que yo, también tú, solos y ante la espiral de la existencia aprendimos, apenas nada. Y apenas seguirá siendo el huero conocimiento alcanzado mientras la sutil alma que mantiene vivo el cuerpo no comprenda la magnitud del ambiente y su riqueza.
“A ratos me sentí hollejo, a ratos me sentí hollín, mas hubo ratos peores y me sentí, apenas nada. Y sin embargo fui feliz.
Ahora que Bienvenido no está aquí, le comprendo. No eran sólo palabras, y lo sé. Ahora soy yo el que está aquí, en el aquí que dejó él para irse al lugar que tanto anhelaba. Ahora al fin está allí. Y es él y la fuerza de su aquí, que desde allí, me espera. Ahora soy yo quien se siente hollejo, quien se siente hollín, quien se siente, apenas nada.
Ojalá Bienvenido albergue allí su aquí cuando yo parta, y me vea llegar. Aunque a lo mejor eso ya no importe, ni tampoco cuanto llegamos a aprender aquí, apenas nada.
Y reiremos, y saltaremos entre pétalos de nada.
Nada trajimos, y lo mismo que se llevó él me llevé yo, apenas nada. Pero fuimos felices.
Mián Ros (Quedan reservados todos los derechos sin permiso del autor)
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“Siempre estuve aquí ─decía─, siempre que esta condición que se alza con el nombre de idiotez no quiera abandonarme. Soltar el lastre y marchar, dejarme ir, ir más allá en el camino de aprender. Aprender de otros, aquellos que he considerado análogos a mí: argumentos preocupados y veletas de carne temporal como en el que yo mismo me escondo.
“Siempre estuve aquí, bajo este incómodo andar y aún más inseguro parecer, y aunque quisiera no puedo renunciar a él, a este molde que me fue regalado, no sin antes volcar todo mi esfuerzo en aprender. Aprender de todo y todos, tanto o más que ellos, o la par, salpicado por la coherencia que me reflejan al pasar, pero con la ansiedad prendida de la eficacia, antes que esta cincelada intención que soy, o que alguna vez creyera que fui, sea irrecuperable y se vuelva un tanto o incluso más que torpe, inútil.”
“Siempre estuve aquí. Y cuando articulo y brota de mi ser este aquí, se tañe embravecido y aniquila la prudencia; aún firme, aún fiel, pero sólo y mientras la fuerza de mi aquí no sucumba hacia otro lado. En tal caso estaría lejos, tal vez allá, o allí.”
“Y quién puede alcanzar un allí, sin estar aquí primero.”
“Siempre estuve aquí ─nunca se cansó de decirlo─. A ratos loco, a ratos cuerdo, pero siempre inflando y desinflando esta muestra de piel que a veces me incomoda, y que unida a la vergüenza y con razón, se manifiesta en mí, y hasta se vence en duelo de ambición sin querer, o con gasas cegadoras de “un queriendo”, pocas y aun más pocas son las veces que me traiciona. Aquí. Siempre estuve aquí, y nunca dejé que las horas me negaran lo que yo, y al igual que yo, también tú, solos y ante la espiral de la existencia aprendimos, apenas nada. Y apenas seguirá siendo el huero conocimiento alcanzado mientras la sutil alma que mantiene vivo el cuerpo no comprenda la magnitud del ambiente y su riqueza.
“A ratos me sentí hollejo, a ratos me sentí hollín, mas hubo ratos peores y me sentí, apenas nada. Y sin embargo fui feliz.
Ahora que Bienvenido no está aquí, le comprendo. No eran sólo palabras, y lo sé. Ahora soy yo el que está aquí, en el aquí que dejó él para irse al lugar que tanto anhelaba. Ahora al fin está allí. Y es él y la fuerza de su aquí, que desde allí, me espera. Ahora soy yo quien se siente hollejo, quien se siente hollín, quien se siente, apenas nada.
Ojalá Bienvenido albergue allí su aquí cuando yo parta, y me vea llegar. Aunque a lo mejor eso ya no importe, ni tampoco cuanto llegamos a aprender aquí, apenas nada.
Y reiremos, y saltaremos entre pétalos de nada.
Nada trajimos, y lo mismo que se llevó él me llevé yo, apenas nada. Pero fuimos felices.
Mián Ros (Quedan reservados todos los derechos sin permiso del autor)
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